Capítulo 9: Mentiras
Aún cuando
jaejoong le había asegurado que
confiaba en él, jamás hubiera esperado una reacción como lo que había tenido la tarde anterior frente a la
inesperada visita de su amiga.
Se había mostrado encantador, el perfecta anfitrion. Verlo charlar y sonreír
junto a su amiga, le había provocado una gran sensación de orgullo y
satisfacción. Siempre había sabido que
jaejoong sería el esposo ideal para el a pesar de ese carácter suyo, en ocasiones
demasiado temperamental.
Sentado tras la mesa de su despacho, esas ideas
daban vueltas en su Yoo quería que examinara.
Volvió a centrar toda su atención en ellos. En
principio parecía estar todo en orden, hasta parecía un negocio realmente
rentable. Lo que no terminaba de encajar, era la participación de Yoo en aquel
asunto. No quería ser mal pensado y prefería confiar a la idea de que realmente
su hermano había cambiado, quizás después de todo llegaría a ser un hombre de
provecho y no uno de esos parásitos que vivían de las rentas.
De todas formas, aunque los documentos parecían
legítimos, esa misma tarde se los haría llegar a su contable. Quería asegurarse
de que todo estaba en orden antes de aconsejarle a su hermano sobre el tema y
si todo era correcto, como creía, tal vez el mismo se arriesgara en aquella
empresa. Pero antes de comprometer su dinero, debía estar seguro de que nadie estaba
tratando de timar a Yoo.
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¿Quién
dices que es el pichón? –preguntó el hombre con la voz rota del que lleva
demasiados años dándose a los excesos.
-Por lo visto es el hermano del marquéz –aclaró
don M.
Su nombre era Meridiano, pero desde hacía años
todos le llamaban don M., por abreviar.
-Interesante –dijo frotándose la tupida barba-
¿Y sabe el marqués a que se dedica su querido hermano?
-No lo creo jefe, el joven insistió demasiado en
que todo debía hacerse en el más absoluto secreto.
-Me lo imaginaba –asintió- tienes que averiguar
a quién trata de embaucar con esos documentos de inversión, quizás podamos
aprovecharnos nosotros también del incauto.
Una risa baja y carrasposa precedió sus
palabras, don M. sonrió a la vez que un brillo codicioso iluminaba sus ojillos
oscuros.
-Ahora vete, tengo otros asuntos que atender,
pero mantenme informado.
-No se preocupe, sonsacar al muchacho será
sencillo –no se demoró más y abandonó la apartada mesa donde se había reunido
con el mandamás.
Se acercó a la barra y pidió una jarra de vino
al tiempo que estrellaba su manaza contra las posaderas de una de las
camareras.
La mirada furibunda de la moza lo hizo reír con
ganas.
-Tranquila preciosa, si prefieres las caricias
más delicadas, también puedo dártelas.
Ahora las risas de los parroquianos corearon la
suya.
-Cretino –escupió la muchacha mientras
depositaba sobre una de las mesas las jarras que portaba, lo hizo con tanta
fuerza que derramó parte del contenido,
consiguiendo que los sentados en torno a la tabla prorrumpieran en quejas.
-Las reclamaciones al patán de la barra, a mí no
me digáis nada –espetó mal humorada, girándose sin escuchar ni una sola de las
groserías que los hombres comenzaban a dedicarle.
Maldijo el día en que había tenido que aceptar
aquel miserable empleo a la vez que desaparecía por el hueco que daba paso a la
cocina.
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-De nuevo encerrado en la cocina ¿eh?
jaejoong levantó apenas la vista de su taza de café y
regaló una sonrisa a Yoo. Últimamente le notaba diferente, como más jovial.
Peinaba el cabello hacia atrás confiriéndole un aire de seductor encantador.
El muchacho ingresó en el interior y sin esperar
invitación se sentó junto a el.
-¿Qué tal la vida de casado? ¿Era como la
esperabas, o mi hermano ha comenzado hacerte la vida imposible?
-¡Oh, Yoo! ¡No empieces con esas cosas! – Bromeó
encantado – la verdad, nunca me habría imaginado que Yunho fuera así.
A esas horas, solo jaejoong ocupaba la cocina para tomar su habitual taza
de café. Una costumbre que había heredado de su madre
-¿así?
– Yoo arqueó una ceja -¿Cómo?
jaejoong hizo una traviesa mueca y se encogió de
hombros.
-No sé decirte – rió divertido, como si algo que
hubiera recordado lo hiciera gracia – Olvídalo – agitó la mano – No pienso
hablar de mis cosas personales contigo.
-Tampoco me gustaría que me detallases como es
mi hermano en…
-¡Calla!- jaejoong se puso serio de repente – Antes podíamos
hacer esas bromas, pero ahora no. Soy un hombre
casado y respetable. Si algunos de los sirvientes escuchara nuestras
tonterías, Yunho se enfadaría y con razón. – jaejoong no estaba dispuesto a pasar por ningún
malentendido.
-Es cierto – asintió el joven afirmando con la
cabeza – y eso me recuerda algo que me comentó Kris… pero… no creo que te fuera
a gustar mucho. Claro, que ella no tiene la culpa.
-¿de qué se trata? – preguntó jaejoong apartando la taza de porcelana.
Sentía curiosidad por el tono de voz que había adquirido Yoo. Era como si lo
acabase de envolver un aura de misterio.
- Pues hablan sobre tú educación.
-¿sobre mi…? – jaejoong susurró las palabras
inclinándose sobre la mesa, con la intención de escuchar mejor a Yoo. Sus ojos
negros brillaron con sorpresa -¡Dímelo ya! – exigió impaciente.
-Vale. Pero luego no te enfades conmigo que yo
no soy culpable – lo vio asentir con los labios fruncidos – Ya sabes que la
clase alta no come en la cocina y… nuestros sirvientes aseguran que tú no
cumples esas normas.
-¡eso es una tontería! – exclamó con enojo.
Yoo se encogió de hombros.
-Ya te he dicho que no tengo nada que ver. A mí
me lo comentó Kris porque se lo habían dicho los criados.
-¿Y ella que dice? – quiso saber jaejoong. Estaba repentinamente preocupado.
Si aquellos rumores eran ciertos, quizá, el como marques, no estaba a la altura
de lo exigido.
-¡Que aun sigues siendo muy… niño y hay que
darte tiempo!
jaejoong abrió y cerró la boca varias veces. Su rostro
reflejaba toda la confusión que sentía. La ira había comenzado a bullir en su
interior. ¡De modo que kristal pensaba que era un crio! ¿Por qué? jaejoong se
sintió como si la hubieran traicionado. El dispuesto a ser su amigo y…
-¡pues eso no es cierto! – el joven se puso en pie y señaló a su amigo con
el dedo – Mi educación ha sido ejemplar desde que me casé. No creo haberos
puesto en ridículo en ningún momento y… - hizo un alto para respirar – si kristal
tienen algún problema con ello… - volvió a pararse tratando de tranquilizarse.
Podía sentir como su corazón bombeaba con velocidad. Atravesó la cocina con
paso firme dispuesto a salir de allí.
-¡espera! ¿Dónde vas?
jaejoong le miró sobre el hombro. Las gemas negras brillaron con furia.
-Quiero estar solo y pensar. – agitó la cabeza nervioso.
Estaba furioso, deseaba gritar, quería romper algo… - ¿Pero sabes algo? No me
importa lo que ella y los sirvientes digan de mí. – terminó de decir saliendo
altivamente por la puerta.
¡Que no le importaba! ¡Qué mentira tan grande!
Lo último que quería era avergonzar a su esposo.
Las palabras de yoo continuaban resonando en su
cabeza, mientras se paseaba de un lado a otro del cuarto. Sus manos, inquietas,
reflejaban el nerviosismo que se había apoderado de el. Tan pronto las retorcía
frente al pecho, como colgaban inertes a los costados de su cuerpo, para
segundos más tarde, volver a unirse ansiosas sobre su cintura.
¿Qué había hecho mal?
Trataba de analizar su comportamiento en aquella
casa, pero quitando los enfrentamientos con yunho, siempre se había mostrado
correcto. Tal vez los primeros encuentros con kristal no habían sido del todo
afortunados y por eso el había llegado a la errónea conclusión de que era un inmaduro y según las palabras de yoo, poco
más que un chiquillo.
Inspiró profundamente tratando de serenarse.
Había recibido una educación ejemplar, sabía que era perfectamente capaz de ser
una buen marquez
yunho entregó los guantes y el sombrero a siwon
sin apenas detenerse.
-¿Sabes dónde está mi esposo? –preguntó
dirigiéndose hacia su despacho.
No fue la voz del criado la que le respondió,
sino la de su hermano.
-Creo que está en su cuarto…
El tono de
Yoo lo hizo detenerse, lo enfrentó con una mirada cargada de suspicacia,
pero no añadió nada, a la espera de que yoo continuara. Lo haría, lo conocía
bien y sabía que ese deje en su voz significaba que tenía algo que contar.
-… ciertamente no parecía muy contento.
Yunho entrecerró los ojos, pero continuó a la
espera. Su hermano no lo decepcionó. Casi sintió deseos de sonreír, que predecible
era.
-Parece ser que está algo molesta con kris.
-No, yoo –lo interrumpió- eso ya es agua pasada.
jaejoong sabe que krsital es una buena
amiga y que entre nosotros nunca…
yoo agitó la mano ante su cara, desechando las
palabras de yunho.
-Quién está hablando de celos… me ha comentado
que kristal no le cae bien, que lo hace sentir como a un chiquillo y que preferiría no tener que volver a verla.
kristal observó satisfecho como se tensaba la
mandíbula de yunho. Sabía el aprecio que su hermano sentía por krsital y
cualquier cosa que se dijera contra ella, lo tomaba como una afrenta personal.
( después van entender porque
yunho sobre protege mucho a Kristal)
Apenas había terminado de hablar, cuando yunho
ya había alcanzado la parte alta de la escalera y se encaminaba, con paso
airado hacia su cuarto.
Si se hubiera girado en aquellos momentos,
hubiera visto la sonrisa de satisfacción que adornaba el semblante de yoo y
habría adivinado que se trataba de otra de sus sucias jugadas.
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-yunho -exclamó al verlo entrar en el cuarto
excesivamente serio- ¿Qué sucede?
-¿Qué te sucede a ti? –preguntó cortante.
-No entiendo…
-Creí que el tema de kristal ya había quedado
zanjado y aclarado –intentó explicarse, pero no pudo- No veo porqué sigues
insistiendo en él.
-No entiendo por qué dices eso –se sentía
realmente confundido, el ofendido era el y su esposo defendía a la otra-
Deberías pensar como me siento yo con sus palabras –estalló indignado.
-¿Tú? –ahora el sorprendido era él.
-Sé que la aprecias y he tratado por todos los
medios de ser correcto y agradable. Pero no tolero que se cuestione mi madurez
o mi capacidad para ser un buen marques
No había tenido intención de discutir el tema con
él, pero lo había sacado de sus casillas que él aún defendiera a la otra.
-¿Quién ha cuestionado tal cosa? –preguntó cada
vez más enfadado con jaejoong, estaba llevando aquello demasiado lejos.
-Ella… y los criados –añadió dejando que su voz
perdiera intensidad- creen que soy una niña y que no tengo modales de marques.
Aunque sentía deseos de llorar y necesidad de
sentir los brazos de yunho entorno a el, alzó la barbilla orgulloso, no dejaría
que su falta de apoyo le afectara.
-No imagines cosas…
-Me lo ha dicho Yoo, no imagino cosas –dijo con
rabia.
yunho dejó escapar el aire de sus pulmones
deforma cansada. Tomó a jaejoong de la cintura y lo atrajo hacia sí.
-Olvida lo que yoo te ha dicho.
-Pero…
-Pero nada, no sé a qué está jugando mi hermano,
pero te aseguro kristal jamás ha dicho tal cosa de ti, créeme, al contrario te
considera encantador.
-Voy a decirle cuatro cosas a ese hermano tuyo
–dijo sin separarse de sus brazos.
-No, déjalo. Hagámosle creer que se ha salido
con la suya. Me intriga saber que trata de conseguir con todo esto.
Mientras acariciaba a su ya menos disgustado esposito,
no dejaba de especular con los motivos de yoo para urdir aquellas mentiras.
yoo había subido detrás de yunho para escuchar
atentamente detrás de la puerta, y lo poco que escuchó fue suficiente para
sentirse satisfecho. No podía negar que la culpa no era de jaejoong pero era
tan moldeable el pobrecito. Alguien tendría que enseñarle que no todo lo que
sale de la boca de alguien son verdades, pero a él le daba igual. Mientras
kristal sirviera a sus propósitos la seguiría utilizando, claro sin que ella
supiera. ¡Oh! Cada día veía más cerca la caída de su querido hermano. Después
sonrio mientras caminaba a sus habitaciones.
Tal vez debería hacerle otra visita al nada
honorable caballero, para ver cuando le entregaba el resto de los documentos, y
pensándolo bien podría hacer sufrir a yunho un poco más, si le pedía a aquel
miserable que raptara a jaejoong. Entonces el sería el hermano anegado que
ayudaría en todo lo que pudiera para encontrarlo, y cuando el subestimara lo
dejaría libre, pero no sin antes haber disfrutado de el. ¡Tantos planes y tan
poco tiempo para llevarlos a cabo!
Con ese último pensamiento se entró a sus habitaciones
para saborear el triunfo de su casi victoria. Sin percatarse si quiera que unos
ojos vigilantes lo acechaban entre sombras y que ese alguien al igual que la
madre de jaejoong se había dado cuenta de sus maquinaciones perversas, no
obstante no diría nada hasta saber cuál era el propósito real del joven Yoo. En
los barrios bajos todo se sabía y más si no formabas parte de la aristocracia.
No permitiría que por segunda vez el marqués sufriera perdiendo nuevamente sus
sueños. La primera vez no pudo hacer nada porque la lealtad se la debía al
padre pero ahora no había impedimento alguno para protegerlo, incluso si ese
enemigo era el mismo hermano del marqués.
( aaaahhhh me acabo de poner a un aliado para el yunjae para lo que viene no me
parecio justo que sufrieran tanto)
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Mientras
tanto yunho and jaejoong platicaban,
tratando de entender los porqués de la actitud de yoo.
-yunho, tal vez esté enfadado porque no le has
dado una respuesta con respecto al negocio que quiere emprender.
-No sé amor, la actitud de Yoo me sorprende
mucho, no sé qué pensar para explicar sus comportamientos. No sé si es la
primera vez que lo hace o si he caído en sus provocaciones anteriormente. Sólo
sé que kristal no ha dicho esas difamaciones y mucho menos que la servidumbre
tenga esa opinión tuya.- concluyó abrazándolo contra su pecho.
-Tranquilo yunho pero sabiendo lo que me acabas
de contar no sé cómo debo comportarme ahora con tu hermano. Ahora que lo
pienso, al poco tiempo de habernos casado mi madre me advirtió en contra de la
actitud de yoo. Ahora no recuerdo bien las palabras pero sé que a ella no la
engañaba con su actitud galante.
-¿Cómo es posible que hasta tu madre se haya
dado cuenta?, por lo mientras tienes que seguir como hasta ahora, tenemos que
averiguar sin que se dé cuenta mi hermano, lo que se propone.
- Pero es que recordar la forma en que me vio
angustiado y como estuvimos a punto de pelear otra vez me da tanto coraje. Me
sentí traicionado yunho.
-Lo sé mi amor, lo que tenemos que hacer es
idear un plan. Y procuraré estudiar más aprisa los documentos que me entregó- o
mejor dicho mandaría a investigar, pero sin que su esposo se enterara.
-Está bien.- suspiró resignadamente mientras
levantaba el rostro para recibir un casto beso. Sin embargo la reacción de yunho
no dejó lugar a dudas de que lo último que tenía en mente era un casto beso.
**********************
jaejoong empujó la puerta del desván con fuerza. Debían
haber pasado años desde la última vez que alguien anduvo por el interior. Un
desagradable chirrido retumbó cuando la madera cedió finalmente.
La mecha de la mano tembló con la súbita ráfaga
de aire, e jaejoong ahogó una exclamación al ver el lugar tan siniestro.
Las telarañas que cubrían buena parte de la
enorme y lúgubre sala, se agitaron levantando el polvo adherido a los muebles.
jaejoong arrugó la nariz contrariado. Olía a
rancio y humedad. Desde luego el desván necesitaba que alguien lo aireara y se
limpiara un poco.
yunho había dicho que no eran más que muebles
viejos y cosas inservibles, y había dado su permiso para que el hiciera lo que
le viniera en gana con todo aquello.
Con la llama titilando en sus dedos, caminó
hacia un ventanuco que alguien había cubierto con una lona oscura. Con dedos
debiles tiró de un esquinazo y la luz dorada del sol llenó el lugar haciendo
bailotear pequeñas motitas contra la luz.
Retratos y lienzos se apilaban contra una de las
paredes, cajas de madera, arcones, revistas inservibles desparramadas sobre el
suelo, muebles viejos y cubiertos por espesas capas de polvo.
Con los ojos muy abiertos, jaejoong observó
todo. Siempre le había encantado investigar en sitios antiguos, en establos
abandonados, en ruinas… Pero aquel lugar era el mayor tesoro que hubiera
encontrado.
su madre seguro que iba a disfrutar tanto como el montando
la casa benéficiaria, además ambos estarían entretenidos intentando restaurar
algunos de los muebles que había allí.
Pasó la mano sobre un piano de cola que se
hallaba cerca de la ventana. Dejó la vela sobre la base y con un ruido seco,
logró levantar la tapa donde se escondían las teclas. La pieza parecía estar
bien aunque totalmente desafinada.
-Es una maravilla- musitó recogiendo un montón
de partituras apiladas. Se giró cuando escuchó varios pasos tras ella. –
Gracias por venir ayudarme – saludó jaejoong a las dos doncellas que se habían
parado en el centro y observaban todo con distintas expresiones en su rostro.
Ambas mujeres asintieron y con las manos
cruzadas sobre el delantal esperaron las instrucciones de su señor.
Un par de roedores golpearon el piso de madera
en una loca carrera por ver quién llegaba antes a la ratonera. Tanto jaejoong
como las doncellas, fingieron no ver a los pequeños animalillos.
-Creo que primero deberíamos ir bajando todo
esto al patio y una vez que se limpie subiremos solo las cosas que se necesiten
– jaejoong volvió a cerrar la tapa del piano, y otra nube de polvo se
desprendió del mueble. - ¿saben ustedes quien tocaba esto?
- La abuela de su esposo fue una gran aficionada
a la música – comentó una de las doncellas.
-¿tú la conociste? – preguntó jaejoong un poco extrañado. La
sirvienta apenas parecía tener unos pocos años más que el.
-No, señor. Pero mi madre lleva mucho tiempo
trabajando para ustedes y alguna vez se lo he oído decir.
jaejoong asintió satisfecho. Se enrolló las
mangas del vestido y comenzó a pasear por el desván abriendo de vez en cuando
algún cajón u observando con interés varias muestras de coleccionista. Ese año
el mercado benéfico seria todo un éxito y lo que sacaran lo entregarían a los
pobres aldeanos que habían visto cómo sus cosechas habían sido inundadas con
tantas lluvias.
siwon, acompañado de varios criados más, se
pusieron a las órdenes de jaejoong y en un abrir y cerrar de ojos, el desván se
convirtió en el sitio más ajetreado de toda la casa.
Durante toda la mañana, jaejoong disfrutó
rodeado de tesoros. Brincando de un lado a otro de la sala cuando los
sirvientes lo llamaban para que observara esto, o aquello. Su alegría era
contagiosa y el trabajo resultó muy ameno para todos.
Corrió hacia la ventana cuando escuchó llegar al
carruaje.
Pegando la nariz al cristal observó que yunho no
llegaba solo. Reconoció al abogado de la familia. Ya lo había visto un par de
veces desde que se muriera su padrastro.
-Voy a cambiarme – avisó jaejoong a siwon – No
tocar nada sin mí, por favor. Continuaremos más tarde.
Al entrar en el cuarto, comprobó horrorizado que
su aspecto era lamentable. Necesitaba un baño con urgencia, pero no quería
perder tiempo en esos momentos. Se despojó con rapidez de las polvorientas
prendas y se cepilló enérgicamente el cabello. Se aseó lo mejor que pudo, y se
enfundó en un fresco vestido de color turquesa.
Antes de abandonar la habitación volvió a mirar
su reflejo en el espejo, no estaba mal, pensó satisfecho a la vez que salía al
pasillo.
-Buenos días,
jaejoong –la voz de yoo lo detuvo a pocos pasos de la escalera.
-Buenos días –dijo un tanto seco. A pesar de la
sugerencia de yunho, le costaba mantener
el jovialidad que antaño habían
compartido su cuñado y el. Ahora eran demasiadas cosas las que le impedían
verlo como al muchacho alegre y apuesto del que se había creído enamorado, pero
su esposo tenía razón, si querían averiguar a qué estaba jugando el muchacho,
tendría que simular normalidad.
-¿Dónde vas con tanta prisa? –preguntó con una
sonrisa en los labios.
-yunho acaba de llegar con el abogado.
Sin añadir más comenzó a bajar las escaleras.
-Hablando de yunho –comentó con tono ligeramente
misterioso- anoche os noté un poco tensos durante la cena.
Ya la había alcanzado y bajaba los escalones
junto a el.
jaejoong sintió que la sangre comenzaba a
hervirle en las venas, el muy canalla había provocado intencionadamente aquella
situación y ahora trataba de hacerse el inocente ante el. Tuvo que morderse la
lengua para no responder de malos modos, tomó aire, contó hasta diez y
encogiéndose de hombros respondió:
-Ya sabes lo irritante que puede llegar a ser tu
hermano, hemos discutido.
-Espero que no sea nada importante, se os veía
tan felices estos últimos días –se lamentó con todo el cinismo que era capaz de
mostrar.
-No lo sé yoo… -se detuvo mirándolo directamente
a los ojos- él también cree que en ocasiones no sé comportarme de acuerdo con
mi actual posición –se lamentó.
No le gustaba mentir, pero había adquirido
cierta experiencia al vivir con don Tae, dónde una respuesta poco adecuada
podía costarle muy cara. Ahora su integridad física no estaba en juego, pero
desenmascarar las intenciones de yoo bien se merecían un poco de teatro.
-Es demasiado duro contigo, nunca sabrá
valorarte y entenderte como siempre lo he hecho yo.
-Es cierto, tú sí que me entiendes -depositó la
mano sobre el brazo de yoo con un gesto suave y bien estudiado- menos mal que
estás aquí, sino creo que no lo soportaría.
yoo se regocijaba interiormente, mientras su
rostro componía una suave y comprensiva expresión.
-Puedes contar conmigo para lo que sea –puso
especial ímpetu en la última palabra.
jaejoong iba a responder, pero la voz seca y cortante
de yunho se lo impidió.
-jaejoong, te estamos esperando –gruñó
taladrándolo con la mirada antes de volver a entrar en el despacho.
jaejoong, que se había envarado
intencionadamente al escuchar la voz del marqués, dejó caer los hombros hacia
delante y soltó el aire de forma sonora una vez que éste desapareció de su
vista.
-Estoy comenzando a pensar que ellos tienen
razón –se lamentó comenzando a caminar hacia la puerta que yunho había dejado
entreabierta.
yoo lo observó alejarse. No sentía ningún tipo
de remordimiento por lo que estaba haciendo, pero si las cosas entre aquellos
dos continuaban mal, quizás podría hacer partícipe a jaejoong de sus planes. Si
lograba ponerlo de su parte, como antes de que se casara con su hermano, el podría ser una buen aliado.
Meditando sobre aquella posibilidad se encaminó
hacia los establos.
-¿Hacía falta que me miraras de esa forma tan
horrible? –murmuró al entrar en el despacho a la vez que adornaba su rostro con
una radiante sonrisa dirigida al abogado.
-Puedes hablar con total tranquilidad –respondió
yunho divertido mientras lo tomaba de la cintura y lo acercaba hasta el lugar
donde el letrado se encontraba- Yoochun es un hombre de fiar y está al tanto
del extraño comportamiento de yoo.
-Un placer volver a verlo señor–saludó el hombre
que ya se había puesto en pie.
-El placer es mío caballero, pero siéntense y
continúen. No quiero interrumpir.
-Precisamente estábamos estudiando los
documentos que Ginés te entregó –dijo yunho tomando asiento tras la recia mesa
del despacho- yoochun no ha encontrado nada sospechoso en ellos, todo parece
estar en regla.
El abogado atajó la incipiente sonrisa de jaejoong
aclarando:
-De todas formas creemos que todas las
precauciones son pocas. La documentación no está completa, pero además voy a
enviar a uno de mis ayudantes a estudiar los terrenos en los que supuestamente
se encuentran estas minas.
-¿Se encuentran cerca? –preguntó curioso.
-No precisamente.
*****************************
Tras visitar la taberna para saber si le habían
dejado algún mensaje, yoo volvió a la hacienda con una sonrisa en la cara. El
final cada vez estaba más cerca, la relación entre su hermano e jaejoong era
cada vez más tirante. Esa noche tantearía al propio yunho para tratar de averiguar qué pensaba
de su adorado esposo. Si todo marchaba como él esperaba jaejoong podría serle
de más ayuda de lo que en un principio había pensado.
Casi le quemaba la punta de los dedos al pensar
en la cantidad de dinero que le iba a dar yunho cuando aceptara la inversión
que le había presentado. Porque claro que iba a aceptarla, su plan no tenía
ninguna fisura y por muy listo que fuera yunho no podría comprobar la veracidad
de la inversión a tiempo. Esta vez él sería el vencedor, ganaría a yunho y
todos se darían cuenta que él, yoo, era más listo que su venerado hermano
mayor. La sonrisa siniestra que asomó a su rostro deformó de tal manera sus
facciones que hubiera sido difícil reconocerlo, hacía tiempo que la lejana voz
de su conciencia se había acallado por fin. Ninguna distracción más.
En ese mismo momento en el interior de la
biblioteca de la hacienda del marqués de, éste y su esposa mantenían una serena
y sincera conversación.
- Ahora me he dado cuenta de ciertos comentarios
de yoo que no debería haber dicho, o por lo menos no con la intención de inmiscuirse
en nuestras cosas – jae suspiró mientras se hundía un poco más en la silla en
la que estaba sentado frente al escritorio de yunho.
yunho se sentía dolido y traicionado por las
últimas acciones de su hermano, pero también estaba furioso por ver cuán
decepcionado y herido estaba jaejoong, el que siempre se había portado bien con
yoo, que había sido su compañero de juegos y travesuras, el amigo más leal que
se hubiera podido encontrar. Levantándose con agilidad rodeó el escritorio y se
apoyó en la parte delantera de la mesa, a pocos centímetros de donde estaba su
esposo.
- Ven aquí jaejoong – pidió yunho tendiéndole la
mano. Tras una mirada interrogativa jaejoong se levantó y se acercó a yunho.
Situándose entre sus piernas lo acercó lo máximo que el vestido de día le
permitía y acariciándole los brazos intentó animarlo.
- yoo nos ha decepcionado a todos y lo que más
lamento es el dolor que te está causando – tras un ligero beso en la frente de
su esposo continuó más animado – pero no te angusties, pronto sabremos qué es
lo que está pasando en realidad. Solo tendremos que soportar esta situación un
poco más.
jaejoong apoyó la cabeza en su hombro y suspiró.
Lejos quedaron los días en que se arrepentía de su unión con yunho, de esa boda
que había odiado y detestado con tanta pasión y que ahora comprendía era lo
mejor que le había pasado. Esas semanas que habían transcurrido había aprendido
a confiar plenamente en su esposo y también, casi sin darse cuenta había
adquirido una independencia y una fortaleza de carácter que no creía poseer.
Ahora, rodeado por los brazos de su amado esposo, comprendía que ya no era el
joven que salió para casarse, sabía lo que quería y lo que tendría que hacer
para defender su felicidad y la de yunho. No comprendía los motivos de yoo,
pero no dejaría que su influencia lo apartara nuevamente de su esposo. Con la
mirada perdida en las danzarinas llamas de la chimenea, jae rememoró todos los
instantes que había vivido junto a yunho y yoo, desde la primera vez que yunho
lo vio subido a un árbol, la vez que lo ayudó a subir a su poni, la risa
contagiosa de yoo.
- ¿en qué piensas jaejoong? – le preguntó
suavemente su esposo mientras acariciaba de forma pausada su estrecha espalda.
- Estaba pensando que no me gusta esta
situación, solo quiero que se acabe cuanto antes. No me gusta fingir ante yoo,
pero si con ello conseguimos aclararlo todo, que así sea – contestó como
renovado arrojo. yunho fijó la mirada en la cara resuelta de jaejoong y un
brillo de admiración llenó de calidez su mirada oscura.
- Yo también quiero que todo se aclare y no sé
porqué pero creo que esta noche yoo intentará convencerme otra vez de que
acepte participar en esa inversión. Lo que no sabe es que a mi vez, intentaré
averiguar algo más de sus planes. Con un poco de suerte, todo este asunto se
aclarará pronto. Te lo prometo. – con ternura le asió la cara con las dos
manos, acercó despacio sus labios a los de su esposo y saboreó la dulzura de su
boca
Esa
noche, jaejoong se había retirado temprano al dormitorio. Lo cierto es que los
últimos acontecimientos relacionados con yoo lo habían afectado más de lo que
quería reconocer ante yunho.
¡Pensar que una vez soñó con convertirse en su
esposo!....Con una seca carcajada desechó sus pensamientos; habría sido la peor
decisión de su vida. Ahora que conocía la dicha de amar profundamente y
sentirse amado por un hombre como yunho sabía que sería muy difícil encontrar
algo remotamente parecido junto a otro hombre. Pero los extraños comportamientos
de yoo le preocupaban y entristecían a partes iguales, ¿qué había pasado por su
mente para que se comportara de una forma tan mezquina? jae no creía que fuese
amor hacia el, de hecho si repasaba los momentos que habían vivido juntos en el
pasado tenía que reconocer que yoo siempre lo buscaba como un compañero de
juegos con el que hacer bromas y
confidencias pero era el que albergaba
pensamientos románticos respecto a él. No tenía ni idea de sus motivaciones
actuales y saber que ya no podría volver a confiar en él nunca más lo llenaba
de melancolía.
Por su parte, yunho meditaba en el despacho
mientras bebía una copa de jerez. También sus pensamientos rondaban en torno a
su hermano. Desde muy pequeño yoo había sido el más alegre y desenfadado de los
dos pero yunho lo sabía capaz de guardar un enorme rencor hacia los demás y
sabía que sus reacciones a veces podían ser desmedidas. A su mente acudió el
recuerdo de miquel, el joven mozo de cuadra que fue despedido por culpa de las
calumnias de su hermano menor, como se pudo demostrar más tarde, y todo porque
éste contaba con el favor de una de las doncellas con las que yoo pretendía
darse un revolcón. Sí, él sabía que su hermano era capaz de ser muy mezquino
pero en parte se sentía culpable por este fallo de su carácter.
Sus padres habían muerto cuando yoo apenas
acababa de salir de la niñez y él, agobiado por sus nuevas responsabilidades y
abrumado por la pérdida de sus aspiraciones militares, apenas le había prestado
atención. Seguramente el joven se había sentido muy solo y sin una guía que lo
encauzara.
En ese momento oyó pasos por el pasillo y supo
que su hermano se dirigía al despacho, probablemente para volver a hablarle del
negocio que le había propuesto. Con rapidez trató de pensar una excusa que
darle para no invertir todavía; quería esperar la respuesta del abogado que
había ido a supervisar el terreno donde se encontraban las minas.
Pero cuando su hermano estuvo sentado frente a
él con una copa de vino en su mano la pregunta que salió de sus labios no fue,
ni mucho menos, la que yunho esperaba:
- Y dime hermanito, ¿cómo van las cosas con tu
díscolo espocito?
A pesar de que le había tomado por sorpresa,yunho
no lo demostró. Recostándose contra el respaldo del sillón respondió con voz
calmada:
-Me parece que eso no es asunto tuyo, hermano.
-Vamos yunho, no te lo tomes a mal –añadió
sonriendo con dulzura- no pretendo entrometerme, pero conozco el carácter
díscolo y tozudo de jae mejor que tú. Y sin falta de que nadie me lo diga, sé
que no estáis pasando por un buen momento.
yunho que estudiaba las facciones en apariencia
relajadas de su hermano, permaneció en silencio, mostrarse más hablador iría
contra su carácter reservado. ¿Dónde quería llegar yoo con todo aquello?
-Realmente sería una lástima que hubieras
escogido a el esposo equivocado –comentó dando un sorbo y contemplando el licor
que aún quedaba en la copa.
-Tal vez tengas razón… -dejó caer, al instante
observó como una de las cejas de yoo se elevaba levemente, había captada su
atención- …tal vez me precipité en mi decisión.
A yoo le
costaba permanecer sentado en el sillón aparentando indiferencia, aquello era
más de lo que podría haber esperado. Yunho comenzaba a arrepentirse de haberse
casado con jaejoong.
-No tenía idea de que las cosas estuvieran mal
hasta ese punto –le costó no regocijarse ante la cara de su hermano- Pero estoy
seguro de que lo arreglaréis.
-Sí –dejó escapar un largo suspiro de
resignación- supongo que no quedará más remedio que tratar de arreglarlo. Ahora
si me disculpas ha sido un día complicado y estoy cansado.
Se
había puesto en pie mientras hablaba.
-Por supuesto. Por cierto, has tenido tiempo de
estudiar los documentos que te envié por jaejoong hace unos días.
-Aún no he tenido tiempo –puso cara de fastidio-
A jaejoong se le olvidó dármelos, en cuanto tenga un minuto me pondré con
ellos.
-No hay problema –dijo intentando esbozar una
sonrisa- no corre demasiada prisa.
yunho asintió satisfecho y ya se disponía a
salir de la estancia, pero antes se volvió a observar a su hermano.
-yoo –esperó a que éste se volviera de nuevo
hacia él- me alegro de que al fin tengas interés en algo provechoso.
La ira lo estaba devorando por dentro, por lo
que no pudo más que forzar una sonrisa y elevar la copa casi vacía en dirección
a su hermano.
-Buenas noches –se despidió yunho antes de salir
y cerrar la puerta tras él.
Había visto el brillo de los ojos de su hermano
y sabía que lo había llevado al límite. Sus ojos siempre resplandecían de
aquella manera cuando no se salía con la suya. Tendría que contarle a jaejoong
lo ocurrido y sugerirle que anduviera con cuidado. No podía imaginar a yoo
haciéndole daño a su esposo, pero con él ya no podía estar seguro de nada.
yoo reprimió el deseo de estrellar la copa
contra la pared cuando su hermano salió de la sala. Aquel maldito estúpido se había olvidado de
entregarle los documentos a yunho, ahora tendría que continuar esperando.
Apretó las mandíbulas con frustración y maldijo en silencio.
De todas formas no todo había sido malo, la
conversación con yunho había sido de lo más reveladora. Tenía otra baza en su
mano y no la desaprovecharía.
yunho conocía muy bien a su hermano, sin darse
cuenta había experimentado un cambio muy palpable, el brillo de sus ojos era
frío y una cínica sonrisa parecía adornar siempre su boca. Con una pequeña
mentira había conseguido más tiempo, esperaba que el suficiente para que quien
habían enviado a confirmar la veracidad de la inversión pudiera volver con la
verdad de todo ese asunto. Mientras subía la escalera pensaba en la conversación
que había tenido con yoo, le dolía haber metido a jaejoong de por medio, pero
fue lo único en lo que pensó para no tener que enfrentarse a yoo, no en ese
momento, no todavía. Con un suspiro entró en su dormitorio y sin detenerse se
dirigió al gabinete que lo unía con el dormitorio de su esposo, y allí lo
encontró.
jae había intentado distraerse con un libro
mientras no paraba de pensar en su esposo y cuñado. Nada más verlo entrar dejó
el libro a un lado y se puso de pie, con una mirada interrogó a su esposo. La
sonrisa de yunho expresaba más cansancio que tristeza.
- Tranquilo jaejoong, no he podido aclarar nada
– explicó yunho
Con un ligero mohín jae volvió a sentarse en el
canapé, tras colocar la falda cogió la mano de su esposo y le hizo sentarse a
su lado. Inmediatamente yunho rodeó los hombros de su esposo, que apoyó la
cabeza en su hombro, con una leve inspiración olió el aroma florar del cabello
de jae. A pesar de todo lo que estaba aconteciendo en los últimos días, yunho
era dichoso porque el lazo que lo unía con su esposo parecía fortalecerse cada
día.
- Entonces, ahora solo nos queda esperar. Solo
espero que todo se resuelva cuanto antes – jae distraídamente hacía girar el
anillo de su dedo anular.
- Sí, solo nos queda esperar. Aunque me gustaría
pedirte que no te quedes a solas con yoo.
- ¿Por qué?, ¿Crees que sería capaz de alguna
locura? – preguntó sorprendido jae, se irguió para mirar a yunho.
- No, es solo que, verás – algo azorado yunho le
explicó que lo había usado a el como excusa para el retraso de los documentos.
- Serás bribón – le recriminó una sonriente jae
– así que, resumiendo, me has echado a mí la culpa. Que poca hombría hacer eso
con tu esposo. – dándole un ligero golpe en el brazo se puso en pie.
Fingiéndose ofendido se encaminó hacia sus aposentos, pero no llegó muy lejos.
Una mano de hierro lo asió por la muñeca y lo hizo caer sobre el regazo de yunho.
- Pues dígame usted, señor mío, cómo habría
ganado tiempo.
- Seguro que algo se me habría ocurrido, sin
lugar a dudas – y ocultando una sonrisa pasó sus brazos por el cuello de yunho,
y con una voz que pretendía ser inocente comentó – Ahora dígame usted,
caballero, cómo voy a tratar de evitar a su hermano, si mañana no tengo
prevista ninguna salida.
- Pues había pensado que podías acercarte a la
modista del pueblo. El otro día comentó kristal que había recibido nuevos
patrones de las últimas tendencias. Me encantaría verte con un vestido dorado –
un brillo pícaro iluminó sus ojos con esa confesión.
- yunho, sabes que tengo que llevar luto durante
un tiempo, aunque te prometo que no será mucho – se apresuró a decir al ver que
su esposo fruncía el entrecejo por el recuerdo de don Tae.
-jaejoong, comprendo que cuando vayas al pueblo
o si viene alguna vista, debas vestir así. Pero en casa solo estaremos nosotros
y lo que menos se merecía ese malnacido es veros de luto por él. En casa te
quiero como siempre, no de negro.
Pero jaejoong no pudo contestar, estaba
demasiado concentrado en los besos que su esposo estaba posando por su cuello,
en la mano que ahora se movía por su espalda, en la tensión que surgía de los
fuertes muslos de su esposo. En ese momento
jaejoong dio gracias, una vez más, del esposo tan comprensivo que
compartía su vida.
Solo
esperaba que todo lo relacionado con yoo se aclarar pronto, la espera era la
mayor angustia. Solo un par de días más, dos días y todo se habría aclarado.
yunho había salido temprano esa mañana y el, como le
había sugerido él, había quedado con kristal para visitar a la modista. Pero primero
había decidido pasar a visitar a su madre. Sabía que en esos momentos se sentía
mucho más tranquila y relajada que en cualquier otro momento de la horrible
convivencia con don tae, pero de todas formas consideraba que había vivido una
situación extremadamente difícil y eso no era fácil de superar.
Sus miedos y suposiciones no podían estar más
lejos de la realidad, su madre lucía el
mejor aspecto que jae podía recordar. Su rostro había recuperado el color y sus
labios lucían una cálida sonrisa.
-Qué alegría verte, tesoro. ¿Cómo van las cosas
con yunho? Espero que mejor -dijo con sinceridad mientras le señalaba el sillón
frente a ella.
-Bien, hemos arreglado nuestras diferencias
–respondió sonrojándose ligeramente.
-Me alegro –asintió satisfecha al ver el brillo
que iluminaba los ojos de su hijo.
-Ahora tenemos otro problema entre manos –añadió
con pesar.
joyool frunció el ceño, animándolo a contarle el
problema que les aquejaba.
jaejoong relató los sucesos que les estaban llevando a
sospechar que yoo estaba tramando algo.
-Pero aún no sabemos qué es lo que pretende y
por qué.
-Ya te advertí que ese muchacho no era trigo
limpio. Hay algo en él que no termina de gustarme, es… envidioso. Sí,
definitivamente creo que lo mueve la envidia.
-No sé, quizás tengas razón, pero él tiene todo
lo que pueda desear, yunho nunca le ha negado nada –reflexiono jae.
-La gente envidiosa no solo ambiciona las cosas
materiales.
-De todas formas, olvidémonos de yoo –hizo un
gesto con la mano como si quisiera borrarlo de su cabeza- He estado revisando
el desván de la mansión y he encontrado verdaderas joyas, algunas necesitan ser
restauradas, pero creo que serían piezas muy interesantes para el rastrillo.
-¿Y qué opina yunho de esa idea tuya? –preguntó
prudente, antes de entusiasmarse con la idea.
-No hay ningún problema, le daré una lista de
los objetos y él decidirá cuales podemos emplear.
-Entonces perfecto –exclamó dando palmas- si
necesitas ayuda para seccionar las piezas, házmelo saber.
De camino a la modista, aún se sentía
sorprendido por la capacidad de recuperación de su madre, pero se alegraba por
ella.
Ahora las palabras sobre yoo volvían a rondar
por su cabeza. ¿Tendría razón y el problema de su cuñado sería que envidiaba a yunho?
Ya no sabía que pensar, pero todo podía ser posible.
Caminaba distraído y no vio al hombre que
caminaba en dirección a el.
-Buenos días señorita… discúlpeme señor marques.
Sobresaltado miró al hombre que en ese momento
hacía una reverencia ante el.
-Buenas días señor Lee, hacía tiempo que no le
veía –dijo reconociendo al caballero en cuestión.
Había sido amigo de su padrastro y en ocasiones
habían hecho negocios juntos, nunca le había gustado, pero siendo amigo de don tae
no se podía esperar otra cosa.
-¿Estáis solo, señor? –preguntó mientras miraba
a su alrededor, tratando de localizar a su acompañante.
-Sí, bueno. He quedado con una amiga y el
cochero me espera en la otra calle que es menos transitada y entorpece menos el
tráfico.
Don Siwan Lee ( jajajajaj no me sabia su
apellido aaaaa no sabia aquien mas poner y me salio el nombre jjaja) le dedicó
una enigmática sonrisa a la vez que le ofrecía el brazo.
-Si me permite, yo mismo lo escoltaré hasta el
establecimiento dónde lo espera su amiga.
-No se moleste…
-Insisto –el tono no dejaba margen de réplica e jaejoong
no tuvo más opción que asirse del brazo que le ofrecía.
-¿Qué tal está vuestra madre? Debió de ser
terrible para ella. Lamenté muchísimo no encontrarme en la ciudad en esos
momentos. Lo que no logro entender es como se le pudo disparar el arma de esa
manera tan tonta –se interrumpió unos segundos antes de continuar hablando-
pero claro fue un accidente, ¿verdad?
-Sí, un lamentable accidente –repuso jaejoong un
tanto nervioso.
Aquel hombre nunca le había resultado agradable
y en esos momentos menos que nunca, era más que evidente que estaba haciéndole
saber que no se había creído la versión oficial de la muerte de don tae.
-Si no le importa, tengo que dar un recado aun
conocido, será solo un momento y apenas nos desviaremos del camino –aclaró a la
vez que comenzaba a tirar de el hacia una calle lateral.
-No se moleste, puedo continuar solo –apostilló
tratando de desasirse del brazo del señor, pero una mano grande y pesada se
posó sobre la de el impidiéndoselo.
-Será mejor que me haga caso, querido –la
sonrisa, ahora, cruel que adornaba sus labios le hizo estremecer de pies a
cabeza.
Con rapidez y sin darle tiempo a reaccionar, se
sintió arrastrado hacia una puerta desvencijada que se abría en una de las
paredes del callejón hacia el que había sido llevado.
Como si don siwan hubiera leído sus pensamientos,
lo atrajo hacia él y le tapó la boca, impidiéndole lanzar el grito que había
comenzado a nacer en su garganta.
-Si se porta bien, marques, nadie saldrá herido
–casi ronroneó junto a su oído.
Continuara……………………
Ps como están, epsero todas bien sorry el fin no pude
actualizar estaba de un sueño fatal y encima medio la gripe vida cruel, pero ya
estoy mejor……………………. Espero les guste.